Carlos Arturo Carrillo
Nació
en Córdoba, Veracruz, el 27 de julio de 1855. Murió en la
ciudad de México, el 3 de marzo de 1893.
Abogado y educador. Estudió en el seminario y luego en el Colegio del Estado. Profesor de la Escuela Normal de Jalapa; en México fundó la Sociedad Mexicana de Estudios Pedagógicos. La mayor parte de su vida la dedicó al magisterio.
Carlos
A. Carrillo relizó la traduccion de obras muy importantes como
son Principio y practica de la enseñanza de Johonnod; Lecciones
de cosas de Sheldon; Primeras nociones de economía política
de Mac Vivar y de Horner tradujo del aleman al espanol Nociones de metodología.
En su producción escrita dejo muchos artículos de contenido
pedagógico que fueron publicados en 1907, despues de su muerte,
gracias al interes de Daniel Delgadillo y Gregorio Torres Quintero que
lo admiraban, llegando a considerarlo dentro de lo más destacado
del país en el campo de la pedagogía. Fue autor del Curso
elemental de la lengua española dirigido a la escuela elemental,
el objetivo del libro era enseñar el lenguaje independientemente
de la gramática. Sus artículos han sido traducidos al alemán
y reproducidos en Sudamérica. Abogado y educador. Estudió en el seminario y luego en el Colegio del Estado. Profesor de la Escuela Normal de Jalapa; en México fundó la Sociedad Mexicana de Estudios Pedagógicos. La mayor parte de su vida la dedicó al magisterio.
Fue un defensor de la igualdad en el trabajo docente de maestros y maestras y por lo tanto, expresaba que los salarios no deberían ser diferentes. Impulsó el crecimiento de las escuelas públicas que en su época eran pocas y poco nivel. Se manifestó en contra de los colegios preparatorios pues los egresados en profesiones liberales eran numerosos para los requerimientos de la sociedad y al no encontrar trabajo se propiciaba la pobreza, la inmoralidad en la práctica profesional y la corrupción.
Obra pedagógica de Carlos Arturo Carrillo
Carlos A. Carrillo, después de optar por la profesión de maestro, se
empapó de la cultura pedagógica de su tiempo, pero aún quiso ir más allá
al suscribirse a los principales periódicos educativos de Alemania,
Francia, Suiza, Estados Unidos e Italia, pues tenía facilidad para el
aprendizaje de las lenguas ya que conocía el inglés, el francés, el
alemán, el italiano, el portugués y el ruso. Toda esta serie de
conocimientos actualizados sobre educación los puso al servicio del
magisterio mexicano de su tiempo en las publicaciones periódicas que
dirigió: El Instructor y La Reforma de la Escuela Elemental. Por eso
Torres y Delgadillo —alumnos y seguidores del pedagogo veracruzano—
comentaron:
Comprendió desde entonces la ingente necesidad de combatir a toda costa por la reforma escolar, procurando dar unidad y homogeneidad a las diversas ideas que comenzaban a aparecer, y popularizando los modernos libros sobre la materia, traduciendo y editando aquellos que por el idioma en que estaban escritos o por su elevado precio sólo podían ser patrimonio de unos cuantos maestros. Predicar la buena nueva, iniciar el rápido progreso de la patria por medio de la enseñanza moderna, he aquí su ambición, su ilusión; y para llevarla a cabo, él se sintió apóstolungido.(1964,p.31)
La reforma escolar que se menciona correspondió a la década de los ochenta del siglo XIX; este período se caracterizó por la realización de tres congresos, todos ellos celebrados en la capital de la República. El primero, en 1882, fue el Congreso Higiénico Pedagógico, cuyas resoluciones generales se inclinaban al aspecto de la salud física del niño más que al intelectual o moral. El Primer Congreso de Instrucción en 1889 tuvo como conclusiones generales la uniformidad de la educación elemental (centralización) que además sería obligatoria, gratuita y laica. El Segundo Congreso de Instrucción de 1890 tiene como obra más importante la organización de la educación preparatoria bajo la adopción del método científico de carácter positivista. Dichos congresos dieron la pauta para generar lo que se conoce como el origen de la pedagogía mexicana.
Comprendió desde entonces la ingente necesidad de combatir a toda costa por la reforma escolar, procurando dar unidad y homogeneidad a las diversas ideas que comenzaban a aparecer, y popularizando los modernos libros sobre la materia, traduciendo y editando aquellos que por el idioma en que estaban escritos o por su elevado precio sólo podían ser patrimonio de unos cuantos maestros. Predicar la buena nueva, iniciar el rápido progreso de la patria por medio de la enseñanza moderna, he aquí su ambición, su ilusión; y para llevarla a cabo, él se sintió apóstolungido.(1964,p.31)
La reforma escolar que se menciona correspondió a la década de los ochenta del siglo XIX; este período se caracterizó por la realización de tres congresos, todos ellos celebrados en la capital de la República. El primero, en 1882, fue el Congreso Higiénico Pedagógico, cuyas resoluciones generales se inclinaban al aspecto de la salud física del niño más que al intelectual o moral. El Primer Congreso de Instrucción en 1889 tuvo como conclusiones generales la uniformidad de la educación elemental (centralización) que además sería obligatoria, gratuita y laica. El Segundo Congreso de Instrucción de 1890 tiene como obra más importante la organización de la educación preparatoria bajo la adopción del método científico de carácter positivista. Dichos congresos dieron la pauta para generar lo que se conoce como el origen de la pedagogía mexicana.
La concepción de educación de Carrillo estaba muy emparentada con la que
plantea el educador suizo, además, en la cita que sigue, se plantea el
deslinde entre lo que se concibió como educación y como instrucción, lo
que fue uno de los puntos del debate de los educadores mexicanos de fin
de siglo XIX en el proceso de construcción de la pedagogía mexicana.
En una concepción básica descansa la labor del maestro: El aprendizaje tiene un fin inmediato y evidente —la instrucción o información— y otro no tan visible pero no por eso menos real —el desarrollo de las capacidades del niño— llámense manos, inteligencia o memoria. A este desarrollo se le llama educación, y constituye el objetivo grande y noble de toda escuela así como de la propia humanidad en su ascenso constante hacia el progreso. (Carrillo cit.por Meneses, 1983, p. 478).
Docencia
Carrillo consideró que la educación pública no mejoraría en calidad mientras México no tuviera mejores maestros; el secreto, pues, estaba en la enseñanza, en el maestro. Torres y Delgadillo dicen:
Para enseñar al niño la naturaleza, es preciso que él conozca el universo todo, siquiera sea en sus leyes fundamentales; para elevar gradualmente el intelecto debe conocer su funcionamiento y desarrollo; para domeñar su voluntad y dirigir su carácter, el maestro debe ser ejemplo vivo y palpitante que atraiga al alumno con imán irresistible de su bondad, su palabra llena de caricias y una dulce energía. (1964, p. 29).
Las publicaciones que dirigió fueron un medio para polemizar en defensa de los maestros competentes y bien instruidos, al mismo tiempo increpaba a las autoridades a mejorar los sueldos de los profesores. En su defensa de la educación elemental llegó al grado de pedir que dejaran de sostenerse los planteles de enseñanza secundaria con los fondos del gobierno y que se invirtieran en aumentar y mejorar las escuelas elementales, así como que los maestros disfrutaran de consideraciones y se les pagara mejor su trabajo.
En una concepción básica descansa la labor del maestro: El aprendizaje tiene un fin inmediato y evidente —la instrucción o información— y otro no tan visible pero no por eso menos real —el desarrollo de las capacidades del niño— llámense manos, inteligencia o memoria. A este desarrollo se le llama educación, y constituye el objetivo grande y noble de toda escuela así como de la propia humanidad en su ascenso constante hacia el progreso. (Carrillo cit.por Meneses, 1983, p. 478).
Docencia
Carrillo consideró que la educación pública no mejoraría en calidad mientras México no tuviera mejores maestros; el secreto, pues, estaba en la enseñanza, en el maestro. Torres y Delgadillo dicen:
Para enseñar al niño la naturaleza, es preciso que él conozca el universo todo, siquiera sea en sus leyes fundamentales; para elevar gradualmente el intelecto debe conocer su funcionamiento y desarrollo; para domeñar su voluntad y dirigir su carácter, el maestro debe ser ejemplo vivo y palpitante que atraiga al alumno con imán irresistible de su bondad, su palabra llena de caricias y una dulce energía. (1964, p. 29).
Las publicaciones que dirigió fueron un medio para polemizar en defensa de los maestros competentes y bien instruidos, al mismo tiempo increpaba a las autoridades a mejorar los sueldos de los profesores. En su defensa de la educación elemental llegó al grado de pedir que dejaran de sostenerse los planteles de enseñanza secundaria con los fondos del gobierno y que se invirtieran en aumentar y mejorar las escuelas elementales, así como que los maestros disfrutaran de consideraciones y se les pagara mejor su trabajo.
Video breve de la biografía de Carlos Arturo Carrillo:
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